Viajo en autobús recorriendo las
calles de esta maravillosa ciudad, me coloco los auriculares para que el
trayecto se haga más ameno y las voces de adentro no me aturdan. Mientras
escucho una canción de Keith Urban, observo todo lo que ocurre a mi alrededor,
a las personas que suben y bajan, que generalmente son las mismas de cada día:
Al papá que parece divorciado y acompaña a su hijo hasta que éste se baja
después de abrazarlo y besarlo con un cariño muy especial, sus miradas son de
absoluto amor y admiración, me asombra cada vez como aquel niño se baja y se
queda de pie en la acera hasta que las puertas de cierran y va arrancando el
autobús, le lanza besos de despedida al mismo tiempo en que agita su mano
despidiéndose, su padre esboza una sonrisa e igual se despide mil veces. Dos
moras entran, se sientan juntas y no paran de conversar en su idioma. Frente a
ellas una viejita con su carrito de compras, toda arreglada y coqueta, observa
detenidamente por la ventanilla. Frente a mí se sienta una jovencita con los
libros en su regazo, escucha música con su teléfono igual que yo, se ve ausente
y concentrada en lo que está escuchando y no deja de teclear en su teléfono. Ya
casi llego a mi destino, toco el timbre para avisarle al conductor que en la
próxima parada se debe detener, al llegar se abre y yo me bajo, esta vez
escucho a Franco de Vita, la nueva canción con Gloria Trevi, voy caminando
hacia el instituto para buscar a mis hijos. Me impresiona cada día y aunque lo
observe mil veces, como se ve el mar a lo lejos, a veces muy azul, otra vez
plateado, otras tantas gris igual que el cielo, pero ese paisaje siempre me
gusta, voy descendiendo por las calles hasta llegar, me encuentro con Pili,
siempre con su gran sonrisa, me da dos besos y me saluda cariñosamente como
siempre, me impresiona gratamente y me agrada, es de aquellas personas que
aunque han sufrido mucho en la vida, siempre están con una sonrisa a flor de
piel, además es muy amigable y dispuesta a echar una mano y ayudar en lo que se
necesite, me agrada su compañía, nos reímos y el tiempo esperando a nuestros
hijos se hace placentero. Nos regresamos a casa todos juntos en el autobús, su
hija y los míos. He visto muchas cosas a la hora de entrada y salida del
instituto, cosas que me asombran y me entristecen, llegaba una chica saludando
a otra y ésta le cuenta que la pareja de su madre le pegó anoche y que a ella a
veces la ha empujado y maltratado
también, me quedo asombrada escuchando semejante conversación y cuando ya me
voy que llego a la parada, me encuentro a una mujer con una mirada muy triste,
saluda a Loli, mi otra compañera de viaje y mamá de otra niña del instituto, le
cuenta que su pareja le ha pegado anoche, así que asumo que es la mamá de la
chica que había visto antes. Ese mismo día regreso en el autobús con Loli y me
bajo con ella cerca de donde vive, porque quiere enseñarme un lugar donde
venden comida a buen precio, cuando le pregunto donde vive, me cuenta que ella
se metió en una casa a vivir sin el permiso de nadie y que ella es una ocupa,
me dice que solo tiene un sofá cama, una estufa y pocas cosas y que muchas
veces pasa frio y hasta tiene que ir a
la calle a pedir dinero para comer, su rostro refleja mucho dolor y una
profunda tristeza y me cuenta que sufre de depresión, la cual controla con
pastillas, refleja mas años que yo, sin embargo un día me confiesa que está a
punto de cumplir 2 menos que yo, además fuma mucho, ella misma se prepara los
cigarrillos, me imagino que así le salen más baratos. Otro día a la salida del
instituto, mientras converso con Pili, vemos a un chico en una moto conversando
con 2 más que se le acercan y entre los tres se medio tapan, Pili no les quita
la vista de encima y yo me doy cuenta de que algo sucede, hasta que ella con un
grito saluda al chico de la moto y éste le devuelve el saludo mientras que los
otros dos rápidamente se separan, Pili me cuenta en voz baja que el chico de la
moto vende una droga llamada "chocolate" y que se la vende a los
chicos del instituto, yo me quedo helada cuando sale un amigo de mi hijo y lo
saluda, ahí me doy cuenta del cuidado que debo tener con mis hijos, que no será
fácil dejarlos tan libres como yo quería, siento que tengo que estar muy
pendiente de ellos y además conversar mucho con ellos acerca de todas las cosas
que pasan aquí, me doy cuenta de que vengo de otro sitio totalmente distinto y
mucho más sano, a diario veo salir a chicas y chicos que no tienen más de 11
años y salen desesperados por encender un cigarrillo y su forma de expresarse
deja mucho que desear, sin embargo muchas mañanas, mientras esperamos que abran
el instituto, nos sentamos Pili y yo con los muchachos y muchachas y me doy
cuenta de lo inocentes que aún son y de lo mucho que necesitan que sus padres
les den atención, muchos niños rebeldes, mal portados, groseros, buscapleitos y
piojosos, qué triste es ver a una sociedad con tantas cosas buenas, carecer de
juventud educada y medianamente sana.......