Recuerdo que cuando a mi mejor amiga en el colegio, Adriana, y a mí nos salía un granito en la cara, nos mirábamos y decíamos: “hay que echarle tiempo para que se quite", y eso es completamente cierto, no hay nada mas que se pueda hacer, solo el tiempo lo cura todo. Esa frase me encanta...“echarle tiempo”
En una esquina sentado, con la mirada perdida fumándose la vida, quemando las ganas de lo que dejó atrás, caminando sin rumbo por la senda empedrada, desvaneciéndose los anhelos que una vez soñó. Sus pies solo arrastran el dolor de su dura existencia, envolviéndose el cuerpo de humo y mentiras.
Vaga por las calles sin rumbo fijo, solo con la brisa que golpea su alma y le entrega de vez en cuando un poco de aliento. El sol le abrasa el espíritu, pero le incinera lentamente su esencia interior.
La violencia siempre lo acorraló, las malas compañías fueron por años su familia, el abandono, la soledad y el maltrato, fueron parte de él por siempre. Ahora mientras deambula por las avenidas, desde el suelo recostado en una pared, solo observa callado a la gente pasar, las mira, van riéndose, otras peleando, unas llorando, otras discutiendo, o cantando o hasta bailando y se da cuenta, aunque sabe que es muy tarde, que esa vida de mil colores y emociones se le ha escapado de las manos, y ahora yace en un rincón apartado de un mundo que ni siquiera sabe que él existe…y ahí se queda, esperando la muerte.
Qué fácil es ver solo nuestro lado de la historia, nuestra versión de los hechos, solo nos preocupa y afecta nuestro sentir, no nos ponem...
