miércoles, 28 de mayo de 2014


Con el sonido de la lluvia me acuesto
mi cuerpo se estira y relaja
mi olfato percibe el olor de la lluvia
el cual evoca mi infancia

el cielo está gris y apagado
hay frío y mucha humedad,
y acostada en mi cama te pienso
te extraño, te quiero, te deseo.

Mis anhelos están en el aire
flotando junto a la lluvia,
mi esperanza sigue intacta
posada junto a la luna.

El cielo forrado de nubes
el ambiente yace gris,
como estaba mi pobre alma
antes de quererte a ti

Abrázame en las noches
cúbreme con tu dulce amor
envuélveme de suaves besos
e inúndame de mucha pasión.

Mi corazón baila de nuevo
mi rostro irradia felicidad,
le doy gracias a Dios
por esta nueva oportunidad.

lunes, 26 de mayo de 2014


Olores por doquier, paseo por la Riera en las tardes mientras que voy conversando con mi madre, mis hijos o Marta, de vez en cuando nos detenemos en las tiendas donde en esta época hay rebajas, mucha gente dentro viendo y comprando, siempre hay algo que nos llama la atención, pero nada como pasar frente a una panadería, con ese olor a pan recién horneado, a pasteles, chocolate, croissants y ensaimadas, me detengo a observar esas delicias y el olor que invade toda la calle alrededor, todo tan bien colocado y a la vista, que es inevitable detenerse a comprar algo. Seguimos nuestra plática mientras caminamos y de vez en cuando, seguimos observando las vidrieras con zapatos, ropa, bisutería y adornos, hasta que volvemos a tropezar con una charcutería, de nuevo el olor, el olor a jamones, salchichón, chorizo, lomo embuchado y fuet, increíble entrar en la tienda y mirar todo alrededor, los jamones colgando en el techo, y todo mostrado de una manera magnífica, que no se puede salir de ahí sin haber comprado algo antes, así sea un poquito de 2 o 3 cosas para probar y deleitarse en casa con un buen pan con tomate y una copa de vino. Con el clima frío pareciera que los olores se intensifican y atraen más la atención, hasta parece que da más hambre de lo habitual, pero me agradan los aromas al pasar, despiertan el apetito y las ganas de probar.

lunes, 12 de mayo de 2014


Me despierta el timbre del teléfono, me deja un mensaje Marta para decirme que pronto me vendrán a  buscar para ir a caminar. Me desperezo y me estiro, me levantó y voy al baño a lavarme la cara y los dientes, voy a la cocina a prepararme un café con leche, mientras me lo voy bebiendo, me visto y organizo mi mochila con lo indispensable para salir. Me preparo un bocadillo de jamón y lleno el termo con agua. Me vuelven a mandar un mensaje para decirme que debo bajar porque ya llegaron. Me dirijo hacia el ascensor, bajo y abro la puerta hacia la calle, una brisa fría me congela la cara, me dirijo al coche donde me esperan Marta y Tomás, los saludo y nos dirigimos a nuestro destino, vamos hacia la montaña, donde variamos a veces el lugar, a la final, lo que importa es caminar, respirar aire puro, conversar y pasarla bien un rato. Estacionamos el coche, nos bajamos e iniciamos nuestro camino, está un poco nublado porque aún es temprano, hay mucho viento, eso hace que sintamos más frío que de costumbre, Marta y yo conversamos y como siempre nos reímos. Siento cansancio mientras comenzamos a subir, trato de no pensar en eso y concentrarme en los árboles y la vegetación alrededor, diviso a lo lejos el mar, que siempre acompaña mis días desde cualquier punto de la ciudad, eso es lo que me encanta de vivir aquí, observar el mar siempre en todo su esplendor, con sus diferentes tonalidades dependiendo del color del cielo. Seguimos subiendo, la respiración de los tres se siente más fuerte, pero aunque siento más cansancio y frío, me sigo concentrando en lo que hay en mi alrededor, Marta y Tomás, van mirando a los costados a ver si localizan alguna seta y pasan todo el camino buscando, yo, sin embargo, siempre tengo a punto mi cámara para ir tomando fotos de lo que me rodea; el camino, los árboles, las montañas, las piedras, las raíces, algún animalito o alguna casa, todo me parece interesante y hermoso, así que no dejo de tomar fotos. De vez en cuando nos pasan ciclistas que al igual que nosotros, toman esa ruta para ejercitarse, y una que otra vez gente que como nosotros, caminan o buscan setas. La mayor parte de la caminata transcurre en silencio, de vez en cuando se escucha el ruido de una sierra, o de alguna moto, pero siempre a lo lejos y por supuesto, Marta y yo muchas veces reventamos ese silencio con nuestras carcajadas, porque siempre estamos alegres, conversamos y reímos. Llegamos a un restaurant donde nos sentamos adentro al lado de una chimenea, pedimos unas cervezas y sacamos nuestros bocadillos, Tomás se pone a leer el periódico en catalán, mientras todos conversamos, nos quedamos un buen rato ahí, se siente tan bien estar resguardado un poco del frío, y la chimenea se ve tan perfecta ahí puesta, parece sacada de una postal, por eso no dudo en tomarle igualmente una fotografía. Terminamos de desayunar y nos disponemos a regresar, ahora se hace un poco más suave, así que comenzamos a bajar la montaña, el día mejora, ya , no se ven nubes en el cielo y ahora el sol nos calienta, así que se hace mejor el regreso, yo sigo maravillándome con el paisaje, aunque a muchos les parezca aburrido y monótono, a mí siempre me asombra y me deslumbra. Ya casi llegamos, unos cuantos metros del coche, vemos un limonero que sobresale de una casa, así que le quitamos unos pocos limones de los más grandes y amarillos que tiene, su olor es intenso y grandes en tamaño. Y así seguimos hasta el coche donde acaba nuestra caminata por ese día.


martes, 6 de mayo de 2014

Visitando a mi yaya en Barcelona

Barcelona, majestuosa ciudad, con sus calles llenas de historia, sus edificios antiguos y con esa arquitectura única y fascinante, su Rambla llena de turistas, con sus tiendas, flores y arte. Tanto que ver, pero aún me falta mucho por descubrir y recorrer, por ahora me bajo en el tren y me subo al metro para llegar al Paralelo, que es donde vive mi abuela, el edificio es muy viejo, aunque restaurado, su piso es el último y tiene una gran terraza, desde donde se observa casi toda la ciudad. Mi yaya nos recibe con una sonrisa en su rostro, está muy feliz de vernos llegar, siempre luce su cabello bien peinado y pintado, sus uñas perfectas y bien vestida, es lindo verla a sus 94 años arreglada así, su memoria es envidiable, su único problema es que sufre de vértigo, cosa que repite muchas veces y se queja por eso, pero del resto luce muy bien, es preciosa, pequeñita de tamaño, sus pies calzan un 35, pero siempre ha sido muy coqueta. Le traemos comida para estar con ella y así compartir un rato y hacerle compañía, después de comer nos sentamos todos en su salita de estar, ahí tiene un televisor y nos disponemos a ver un programa mientras también ella nos conversa. Me fijo en los detalles de esa sala, me recuerdan a mi infancia, yo solía sentarme con ella y mi yoyo a ver también la tele, a leer o a dibujar, me gustaba dibujar sus muebles, aún los conservo y cada vez que los veo, me deleito con los detalles que de niña solía ponerle. Pienso que en cada mueble y objeto de esa casa, hay una historia o un recuerdo.

Mientras conversamos con ella, mi yaya se pone triste en una ocasión, pasó Nochebuena y Navidad solita en casa, el yoyo, el amor de su vida, yace ahora en una residencia, un día se cayó en la casa y tuvieron que llevarlo al hospital, bajo las recomendaciones del doctor, deberá quedarse en una residencia hasta que esté totalmente restablecido, esto es muy duro y difícil para él, que siempre pregunta cuando se irá a casa, pero ella que está más consciente, sabe que esto no será posible por el momento, ya que ellos dos solos en casa no pueden estar, hasta que él no esté bien del todo, por eso, en un momento ella entristece, recuerda cuando en otra época, celebraban esas fechas con la familia y con él, este año, le ha tocado estar solita en casa, y en su rostro resbalan unas lágrimas de tristeza y nostalgia. El corazón se me hace muy pequeño y me hace ver que la vida a veces es muy injusta, todos queremos tener un amor en nuestra vida para pasar la vejez acompañados y ella que tiene a su amor, por circunstancias de la vida no puede estar con el. Al rato me coloco acurrucada con mi cabeza en su hombro, con mi brazo derecho la abrazo y ella coloca su mano arriba, mientras me va haciendo cariños con sus dedos, está feliz, se siente querida y a mí me gusta estar ahí, con ese calorcito único de los abuelos, se siente suave y delicado, su olor es suave y su respiración fuerte me mece hasta dormirme. Ya llega la hora de marcharnos, mi yaya está muy contenta, nos acompaña hasta el ascensor, donde se despide muy animada y nos da las gracias por haber ido a verla, yo también estoy feliz, qué bonito es volver a disfrutar de mi abuelita. Volvemos a tomar el metro y después el tren, observo por la ventana el mar, que bordea toda la costa catalana, mi corazón está lleno de amor hacia mi familia y mi vida, tal vez no todo sea un jardín de rosas, pero tengo mucho que agradecerle a Dios.

viernes, 2 de mayo de 2014


Hay días que amanece el cielo extremadamente azul, sin siquiera una nube, es cuando entonces, el frío ya no es tan frío y los rayos del sol calientan un poco el ambiente, provoca estar en la playa, me voy caminando hacia ella, a solo 15 minutos está de mi casa y me apresuro con paso firme a su encuentro, me maravillo mientras avanzo, el mar se acerca en el horizonte, a veces brilla por los destellos del sol que se refleja en él, casi me ciega los ojos, pero sigo avanzando hacia él. Al fin llego al borde de la carretera, me apresuro a bajar las escaleras para poder cruzar al otro lado, voy por debajo de la tierra, ya que no hay paso por otro lado, ya al terminar de atravesarlo, subo las escaleras y me encuentro más cerca del mar y más próxima a la arena, me quito las botas ante algunas miradas de asombro de personas alrededor y me aproximo más hasta pisar la dura y fría arena, me gusta esa sensación en las plantas de mis pies, siento que ayudan a mi circulación y hasta quizás sea terapéutico para mis cansados pies, camino despacio pisando firme hasta acercarme más y más a la orilla del mar, la arena ahí está mojada y el frío se hace más intenso, pero me sigue gustando esa sensación en mis pies, aún con el frío helado, cuando de repente, se acerca una pequeña ola y me los moja, aunque se siente helado, me sigue agradando la sensación que me deja. Mientras mis pies se van hundiendo dentro de la arena mojada, mis ojos se centran en esa maravilla de mar,  el agua tan azul y transparente en la orilla con espuma muy blanca que viene y va, los rayos de sol reflejados en el agua, me encandilan pero me atrae más para seguir observándolo. Su olor, ese olor tan particular del agua salada, intenso y magnífico, que quisiera que jamás desapareciera de mis sentidos. Las palmeras con el viento se bambolean sin parar y sus hojas se baten creando un ruido casi perfecto con todo a su alrededor, algunas aves revolotean por encima del mar y otras vuelan mucho más arriba. Todo parece perfectamente colocado ahí para mi, todo me gusta, todo me atrae, todo me atrapa, todo ese paisaje me hace suspirar, pensar, sentir y me hace darme cuenta de lo pequeña e insignificante que soy en el mundo ante tanta majestuosidad y belleza.

Qué fácil es ver solo nuestro lado de la historia, nuestra versión de los hechos, solo nos preocupa y afecta nuestro sentir, no nos ponem...