En las tardes a veces salimos a
pasear por la Riera, un paseo lleno de tiendas y bares, por donde la gente
camina, se reúne, comen, beben algo o fuman, los niños corren o andan en
patinetas. Me agrada ver las tiendas, ropa preciosa, zapatos, bolsos, adornos,
lencería, juguetes, en fin, de todo y ni hablar de las panaderías con esa
infinidad de dulces, croissants, cocas, en fin,
provoca pararse y deleitarse probando cada una de ellas. Mucho
movimiento se observa, la brisa helada me golpea el rostro y un frío me invade
todo el cuerpo, pero me gusta caminar por ahí, nos encontramos a Marta y a
Tomás, con ella siempre me río y Tomás solo calla y observa todo lo que
nosotras decimos, Mercé habla con mi mamá, mientras todos seguimos paseando. Ya
se acerca la navidad, las celebraciones se acercan y la gente aprovecha para
comprar adornos para decorar sus casas, compra regalos y camina agitada
buscando lo que necesita. Las lucecitas de colores por todas partes, el olor de
los pinos naturales que me invade al pasar por su lado y el olor de las
castañas asándose en las brasas. Todo típico de estas fechas festivas, se puede
decir, que huele y se siente la navidad.
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