viernes, 2 de mayo de 2014


Hay días que amanece el cielo extremadamente azul, sin siquiera una nube, es cuando entonces, el frío ya no es tan frío y los rayos del sol calientan un poco el ambiente, provoca estar en la playa, me voy caminando hacia ella, a solo 15 minutos está de mi casa y me apresuro con paso firme a su encuentro, me maravillo mientras avanzo, el mar se acerca en el horizonte, a veces brilla por los destellos del sol que se refleja en él, casi me ciega los ojos, pero sigo avanzando hacia él. Al fin llego al borde de la carretera, me apresuro a bajar las escaleras para poder cruzar al otro lado, voy por debajo de la tierra, ya que no hay paso por otro lado, ya al terminar de atravesarlo, subo las escaleras y me encuentro más cerca del mar y más próxima a la arena, me quito las botas ante algunas miradas de asombro de personas alrededor y me aproximo más hasta pisar la dura y fría arena, me gusta esa sensación en las plantas de mis pies, siento que ayudan a mi circulación y hasta quizás sea terapéutico para mis cansados pies, camino despacio pisando firme hasta acercarme más y más a la orilla del mar, la arena ahí está mojada y el frío se hace más intenso, pero me sigue gustando esa sensación en mis pies, aún con el frío helado, cuando de repente, se acerca una pequeña ola y me los moja, aunque se siente helado, me sigue agradando la sensación que me deja. Mientras mis pies se van hundiendo dentro de la arena mojada, mis ojos se centran en esa maravilla de mar,  el agua tan azul y transparente en la orilla con espuma muy blanca que viene y va, los rayos de sol reflejados en el agua, me encandilan pero me atrae más para seguir observándolo. Su olor, ese olor tan particular del agua salada, intenso y magnífico, que quisiera que jamás desapareciera de mis sentidos. Las palmeras con el viento se bambolean sin parar y sus hojas se baten creando un ruido casi perfecto con todo a su alrededor, algunas aves revolotean por encima del mar y otras vuelan mucho más arriba. Todo parece perfectamente colocado ahí para mi, todo me gusta, todo me atrae, todo me atrapa, todo ese paisaje me hace suspirar, pensar, sentir y me hace darme cuenta de lo pequeña e insignificante que soy en el mundo ante tanta majestuosidad y belleza.

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