Hoy amanecí decaída y triste y pasé gran
parte del día de esta forma, pero increíblemente cuando llegó la noche, mi hijo
Gabriel se acostó a mi lado y vimos televisión juntos, me abrazaba, me acariciaba
y me dijo varias veces: “te quiero”, me sentí tan bien!!!, conmovida, amada,
feliz. Después acompañé a mi hijo Christian a la cama para darle las buenas
noches y con su gran sentido del humor y su carisma me contó algunos chistes
muy malos, pero con su risa y esos grandes y expresivos ojos, me volví a sentir
feliz. Definitivamente son mis tesoros, son la razón por la que me levanto cada
mañana, por la quiero luchar y superarme, son los más hermoso que Dios me ha
regalado.
jueves, 4 de abril de 2013
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